El Sábado Santo representa un tiempo de espera activa, donde la fe y la paciencia son fundamentales en nuestra vida espiritual.
La esperanza implica confianza en la promesa de Dios, recordándonos que cada final puede llevar a nuevos comienzos.
La Resurrección simboliza un nuevo comienzo, una transformación que nos invita a renacer en nuestras vidas espirituales.