Los cristianos dedican tiempo a oraciones y meditaciones, buscando una conexión más profunda con Dios antes de Pentecostés.
Este tiempo de preparación fomenta la introspección espiritual, permitiendo a los creyentes reflexionar sobre su fe y compromiso.
La preparación culmina en la recepción del Espíritu Santo, un momento de renovación y fortalecimiento espiritual para los cristianos.